Las vicuñas son los camélidos más pequeños, pesan entre 40 y 50 kg y tienen una longitud de 80 cm. Son silvestres. Su color es beige o vicuña (marrón claro rojizo) en el lomo y blanco en la zona ventral y las patas, con variaciones dependiendo de las zonas geográficas donde habitan. Las poblaciones norteñas son más oscuras y tienen un mechón en la parte delantera de pelos largos y blancos (mechón pectoral). Las vicuñas tienen las patas con almohadillas y la fibra de su lana es la más fina del mundo, midiendo 15 micrones de diámetro.
Ecología
Su distribución se limita a la puna, a más de 3.200 msnm. Las vicuñas habitan las altiplanicies de clima frío y seco. Son herbívoras y se alimentan de las plantas de la estepa puneña. Otros animales que también se alimentan en estas estepas son los ñandúes, la vizcacha, la chinchilla y otros camélidos (guanacos, llamas y alpacas). Las vicuñas están muy adaptadas al ambiente donde viven, ya que son los herbívoros silvestres nativos del continente americano más importantes en ese ecosistema. Por su forma de alimentarse se les ha denominado “pastoreadores de bajo impacto”, lo que significa la posibilidad de rápida recuperación de las pasturas. A diferencia de los camellos, las vicuñas son “bebedoras obligadas”, en todos los días, por lo que generalmente viven cerca de los ríos o de lagunas.
Organización social
Las vicuñas son territoriales y su organización social se basa en grupos familiares y grupos de animales solteros cuya distribución es muy variable siendo comunes las fusiones y fisiones de los mismos. El número medio de animales por grupo familiar es de un macho, tres a cuatro hembras y dos crías. La cantidad de vicuñas en las familias es muy similar en distintas poblaciones, inclusive en distintos países. Los machos defienden su territorio con peleas.
En los límites de los territorios que ocupa cada familia hay varios bosteaderos (acumulación de heces de vicuña), que sumados a la presencia de un macho territorial son una señal que aleja a los intrusos. Estas señales tienen distinto significado si se dan juntas (macho + bosteadero) que si aparecen separadas, veamos:
Si un macho soltero ve un bosteadero solo, se acerca lo huele: no hay machos por ahí.
Si hay un macho pero no hay un bosteadero en la zona, , significa que éste no es su territorio.
Pero, si hay un macho y un bosteadero juntos, los otros machos huyen.
La defensa de las hembras y del territorio por parte de los machos se da tanto individualmente manteniéndose alertas y patrullando su territorio, o a través de comportamientos agresivos directos con peleas. Los bosteaderos son también una señal para la reproducción.
A través de ellos los machos reconocen si en su territorio hay hembras en celo (receptivas para copular), ya que el orín de estas hembras tiene un olor muy particular. En estos casos, luego de oler el bosteadero, los machos desarrollan un comportamiento que, a ojos humanos, resulta muy gracioso: dirigen la cabeza hacia arriba, y abren y cierran la boca varias veces. Esta conducta se denomina en inglés Reflejo de Flehmen, por el cual envían las feromonas al órgano de Jacobson.
Las hembras de vicuña que viven en los territorios familiares se la pasan comiendo la mayor parte del tiempo. Las madres quedan preñadas nuevamente la semana del parto, entonces mantienen dos crías simultáneamente ya que por un lado tienen una cría gestándose en sus panzas durante 11 meses y por el otro, la ya nacida, continúa amamantándose durante casi 8 meses.
Estas hembras están todo el tiempo transformando la energía del pasto en leche para las crías ya nacidas en alimento y nutrientes, para las que están en gestación y para su propio mantenimiento y actividad.
Adaptación y supervivencia de las vicuñas
Son notables las adaptaciones de las vicuñas (del resto de los camélidos también) a las condiciones de
la Puna. Esto es consecuencia del proceso de evolución de los animales en su medio y de la coevolución de los camélidos y la estepa. Estas adaptaciones incluyen aspectos que preservan al medio en que viven, como las almohadillas en que terminan sus patas, que no erosionan demasiado el suelo del altiplano. Por otro lado, estos seres vivos de la puna forman parte de un ecosistema en equilibrio dinámico en el que unos sirven de alimento a otros.
Los sistemas prepuneño, puneño y altoandinos comparten ciertas características de flora y fauna con variaciones de densidad y presencia de especies. Estos sistemas son típicamente estepas y pastizales que poseen pequeños parches más verdes y ricos (vegas o bofedales) en las zonas húmedas y zonas sin vegetación (peladares y salares). Algunas de las especies más características son: la tola, la yareta, el ichu y otros pastos.
Estos sistemas, de baja biomasa de vegetales, sostienen varias especies de herbívoros entre los cuales se encuentran los camélidos silvestres, vicuñas y guanacos y los camélidos domésticos, llamas y alpacas. Otras especies silvestres que pastorean en
la Puna, son los suris o ñandúes, las vizcachas, los cuyes (Cavia), los armadillos, peludos o mulitas, los búhos, los topos. También estas estepas son el recurso base para la ganadería de camélidos domésticos, ovinos, caprinos, mulares y vacunos. Dentro de los predadores naturales los zorros y pumas son muy perseguidos, pero en realidad son las jaurías de perros asilvestrados, quienes realmente general las matanzas más notorias de ganado. Las carcasas que los predadores dejan, son el alimento del necrófago más grande de la zona: el cóndor.
Protección de las vicuñas
Los pobladores de
la Puna aseguran que las vicuñas tienen dueño: ellas son el ganado de
la Pachamama, la madre tierra, y tienen su propio pastor, Coquena. La fibra (lana) de la vicuña fue valorada desde tiempos preincaicos. Las prácticas indígenas tenían cierto límite en su uso basadas sobre todo en sus limitados medios de caza. La caza se intensificó a partir de la introducción de las armas de fuego por los conquistadores. Antes su población pudo ser de hasta de 3 millones de cabezas pero tras siglos de caza cayó dramáticamente. Esta caza indiscriminada siguió intensificándose desde la época de las luchas por
la Independencia y Simón Bolívar dictó una de las primeras leyes conservacionistas de América. Desde la independencia hasta aproximadamente 1950 se siguió cazando vicuñas sin límite ni control hasta que la especie estuvo en real peligro de extinción y sólo quedaron 10.000 ejemplares en toda la puna de los cuatro países en donde viven.
Con las vicuñas en peligro de extinción, en el Perú se empezó a trabajar seriamente para su recuperación y conservación. Se crearon leyes nacionales, provinciales e internacionales.
Existen en el mundo instituciones dedicadas a la conservación del ambiente, como por ejemplo, Unesco (Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, Ciencia y
la Cultura) y PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente).
Entre las organizaciones privadas, la más importante a nivel internacional es
la UICN (Unión Internacional para
la Conservación de
la Naturaleza).
La UICN es la encargada de escribir los famosos “libros rojos” donde figuran las especies en peligro de extinción. En ellos las especies se encuentran clasificadas en categorías como: “raras”, “en extinción”, “vulnerables”, “sin peligro”, etc., según su mayor o menor grado de riesgo.
En el último Libro Rojo, las vicuñas quedaron clasificadas como de bajo riesgo pero dependientes de la conservación. Esto es lo que significa la sigla LRcd (del inglés: Lower Risk: conservation dependent). Es decir que la vicuña no corre riesgo gracias a que está protegida. Si esta protección cesara, el grupo pasaría a estar en una categoría de peligro de extinción antes de los cinco años.